Juan
Ramón Jiménez Mantecón,
poeta. Nació en Moguer (Huelva) en 1881 y murió en 1958 exiliado
en Puerto Rico a los 76 años de edad.
En
1958 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Marchó al
exilio en 1936 y ya no regresó más a España. La ayuda que le
prestó su esposa Zenobia Camprubí fue decisiva para su larga
trayectoria creativa. Juan Ramón Jiménez tiene una poesía
panteística, exacta y precisa. Su poesía evolucionó de forma que
se distinguen varias épocas.
Familia. Su
familia eran unos hacendados cultivadores y exportadores de vino. Fue
el tercer hijo del matrimonio formado por Víctor y Purificación.
Con el tiempo la fortuna familiar quedó arruinada. Se casó en 1916
con la catalana Zenobia Camprubí. No tuvieron descendencia.
Formación. Sus
estudios de primaria los realizó en el Colegio San José de Moguer
y en el Instituto de Huelva. En 1893 quedó interno en el Colegio de
los jesuitas del Puerto de Santa María (Cádiz). Allí tuvo por
compañeros, entre otros, al poeta Fernando Villalón y a Pedro Muñoz
Seca.
Luego
se fue a Sevilla con la intención de estudiar la carrera de Derecho,
aunque estuvo mucho más interesado en el arte, pintura y poesía y
no logró ningún título universitario.
En
Sevilla empezó a visitar la biblioteca del Ateneo y allí pudo a
leer a Bécquer, y Rosalía de Castro, entre otros, y se familiarizó
con el Romancero y con la literatura clásica española.
Siendo universitario empezó a escribir poemas y los enviaba a
periódicos y revistas de Huelva y Sevilla.
Estancia
en Madrid. Sus
poemas se empezaron a publicar en Madrid y Villaespesa y Rubén
Darío le invitaron a trasladarse a Madrid para promover el
Modernismo. Rubén Darío le presentó a Benavente, Valle-Inclán,
Azorín y Pío Baroja, y le acompañó a las tertulias de los
principales escritores. Logró publicar dos libros “ Almas de
Violeta” y “Ninfeas”, pero regresó a Moguer, enfermo y
desencantado del ambiente literario que se respiraba en Madrid.
Enfermedad. La
muerte de su padre acaecida en 1900, le provocó una gran pena y sus
dolencias se acrecentaron en forma de ansiedad constante que se
había convertido en fobia, en un temor mórbido a la muerte. Su
familia lo internó en un sanatorio francés para enfermos mentales
Castel d´Andorte,
en Le Bouscat. Allí estuvo cinco meses, sin relación alguna con el
resto de los internos, y creó una estrecha relación con e director
del centro, su esposa y sus hijos. Allí escribió “Rimas”.
Regresó
a Madrid y fue ingresado en el Sanatorio del Rosario de Madrid. En la
habitación del sanatorio organizó reuniones que se convirtieron en
tertulias a las que asistían Machado, Valle-Inclán, Benavente… El
sanatorio cobró fama en la época por esas reuniones.
Georgina
Hübner. En 1903,
Juan Ramón publicó Arias
tristes, libro que provocó
el episodio que durante años, se tuvo por leyenda: su romance
epistolar con Georgina Hübner, una muchacha peruana de veinte años.
Juan Ramón inmortalizó este romance en su famosa “Carta
a Georgina Hübner en el cielo de Lima”. En 1905, Juan
Ramón regresó a Moguer en busca de su restablecimiento. Antes de
abandonar Madrid, el poeta dejaba en la imprenta Jardines
Lejanos.
Estancia
en Moguer. Desde
el fallecimiento de su padre fue mermando la fortuna de la familia y
además estaba inmersa en litigios. Para Juan Ramón es una época
triste, llena de preocupaciones, en la que se agrava nuevamente su
enfermedad. Días de lectura y de disfrute rural en los que, sin
embargo, la enfermedad volvió a rodear al poeta de temores y
presagios angustiosos. No obstante de 1908 a 1913, Fue la época
más productiva de Juan Ramón que dio a la imprenta diez libros de
poesías.
Platero
y yo. Es
en esa época cuando Juan Ramón traba su amistad con “Platero”,
un burrillo pequeño y peludo que acabó convirtiéndose en medio de
transporte y en compañero indispensable para ir de Moguer a su finca
de Fuentepiña. De sus salidas al campo y de aquel contacto,
empezarán a fluir las páginas de “Platero
y yo”, el libro que
inmortalizó a Juan Ramón, cuya primera edición menor, apareció en
1914.
Regreso
a Madrid. En 1913,
animado por Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón decidió volver
a Madrid. El Banco de España había decretado la ruina de su familia
como herederos y traspasado sus bienes al Banco de Bilbao. En
Madrid se alojó a varias pensiones sin encontrar en ninguna de ellas
la tranquilidad necesaria para su inspiración. Sin embargo en una de
las pensiones que habitó percibía, de una casa colindante, una voz
agradable y una risa de mujer que llamaron tanto su atención que se
propuso averiguar quién era aquella joven tan alegre.
Zenobia
Camprubí. Aquella
joven, que oía en la pensión era Zenobia Camprubí, la hija de uno
de los ingenieros de la Junta de Obras del Puerto de Huelva, a la
sazón establecido en La Rábida y que ya podría haber conocido allí
en el año 1909. Enterado
Juan Ramón de que Zenobia asistía a los cursos para extranjeros que
impartía la Residencia de Estudiantes, asistió a una conferencia
de don Manuel B. Cossío y logró ser presentado a Zenobia.
Zenobia
era una joven de muchísimo talento que llamaba la atención. Juan
Ramón se había enamorado de ella, porque además de culta y
sensible, le parecía una mujer agradable, finísima y muy
inteligente.
Pero
su noviazgo no fue fácil, dado el carácter desenfadado y
juvenil de Zenobia motivó que ésta no le correspondiera
inmediatamente. A los románticos requerimientos de Juan Ramón
respondía Zenobia con bromas. Por eso no le resultó fácil a Juan
Ramón llegar al corazón de su amada y convencerla de que también
un poeta débil y triste como él podría hacerla feliz.
Además,
Juan Ramón no encajaba en el tipo de pretendiente que los Camprubí
habían imaginado para su hija. Juan Ramón fue venciendo todas las
dificultades.
En
enero de 1916, Juan Ramón abandonó Madrid y se embarcó
en Cádiz rumbo a América para casarse con Zenobia, que por esa
época residía en Estados Unidos. El 2 de marzo de 1916, Juan Ramón
y Zenobia contrajeron matrimonio en la iglesia de Saint Stephen, de
Nueva York.
Regreso
a Madrid. Después
de unos meses por Estados Unidos, Zenobia y Juan Ramón volvieron a
Madrid. Alquilaron una vivienda y allí comenzaron su vida de
casados. Zenobia le facilitó a Juan Ramón todo lo necesario para
que él pudiese dedicarse por completo a su obra. Así que empezó a
dar nuevos libros a la imprenta.
A
la par que a sus libros, se entregó Juan Ramón por estos años, en
colaboración con su esposa, a la traducción al castellano de
una parte de la obra de Tagore y otros autores de interés.
En 1922 Juan Ramón publicó su Segunda
antología poética,
Hacia
1924, Juan Ramón ya era muy famoso y publicaba sus poemas en varias
revistas poéticas. Por ese tiempo Juan Ramón empezó a dar a la
imprenta sus famosos cuadernos: en 1925, Unidad;
en 1928, Obra en marcha;
en 1932, Sucesión;
en 1933, Presente,
y en 1935, Las Hojas
que cerraron la serie.
Guerra
civil. En 1936 estalló
la Guerra Civil y Juan Ramón se mantuvo fiel al gobierno
republicano, llevando a cabo una importante labor de acogida de niños
huérfanos. Los Jiménez convierten en guardería uno de los pisos
que Zenobia realquilaba a extranjeros y diplomáticos, donde
acomodaron a una docena de niños.
Exilio. Ante
las noticias alarmantes que llegaban del desarrollo de la Guerra,
Juan Ramón empezó a vivir en continuo sobresalto. Sus propios
amigos le instaron a que saliese de España. Manuel Azaña,
presidente de la República, le expidió un pasaporte diplomático
de Agregado Cultural honorario a la Embajada en Washington, Zenobia y
él atravesaron el paso fronterizo de La Junquera, con dirección a
París y embarcaron en Cherburgo en el ‘Aquitania’ rumbo a
Nueva York.
Atrás
dejaban su casa, y en ella sus únicos bienes materiales: muebles y
pertenencias personales, y con ellas los libros y los manuscritos del
poeta, con toda su obra inédita. No llevaban demasiado equipaje,
creyendo que la ausencia sería corta. No fue así. Se llevaron
22 años en América y no regresaron nunca más. Al
llegar a Nueva York, el matrimonio intentó recaudar fondos
destinados a socorrer a los niños víctimas de la guerra. Después
de un breve y triste viaje a Washington en busca de apoyo al
gobierno español que no logró el interés de nadie.
Empezó
a vivir dando conferencias e intentando editar sus obras, así como
participar en actos públicos de afirmación republicana, como el
homenaje tributado a Federico García Lorca en el Teatro Nacional de
Cuba. En
1938, murió en el frente de Teruel, su sobrino y ahijado Juan Ramón
Jiménez Bayo. La tristeza del poeta fue indescriptible.
Poco
después los esposos viajaron a Nueva York para que Zenobia
disfrutase de la compañía y el cariño de sus hermanos. La alegría
de volver a encontrarse con ellos, mantuvieron a Zenobia sumida en un
afanoso ir y venir, mientras Juan Ramón visitaba la Hispanic
Society, asistía a los conciertos de la Filarmónica de Nueva York,
o se perdía por las salas del Museo Metropolitano y las del Museo de
Arte Moderno.
En
1939, Zenobia y Juan Ramón se instalaron en Coral Gables,
Miami, allí les llegó la noticia del allanamiento de su piso
de Madrid. Tres conocidos escritores asaltaron su casa y se llevaron
cuadros, objetos de arte, fotografías, manuscritos, cartas, libros y
otras pertenencias.
Luego
se trasladaron de nuevo a Nueva York y alquilaron un apartamento en
un barrio silencioso y con jardines. Juan Ramón volvió a trabajar
como en sus mejores tiempos. Sólo las estrecheces económicas a las
que a menudo debían hacer frente apagaban su entusiasmo.
En 1944,
la Universidad de Maryland contrató a Zenobia para dar clases a los
soldados que estudiaban español en el Programa de Instrucción del
Ejército. Zenobia se quedó allí, como profesora de español,
hasta 1951. El Departamento de Lenguas y Literatura Extranjeras
contrató también a Juan Ramón para impartir seminarios para
estudiantes graduados.
En
agosto de 1948, la revista Anales de Buenos Aires
invitó a Juan Ramón a dar una serie de conferencias en Argentina.
El viaje lo hicieron por mar y resultó muy emotivo. Durante este
viaje, Zenobia y Juan Ramón pasaron también una semana en
Montevideo dando varias conferencias y siendo muy agasajados.
A
su regreso de Argentina, tenía nuevos proyectos. Empezó a trabajar
en su obra sin descanso, sin advertir que su salud podía resentirse
por su total dedicación. Llegó a ver publicado Animal
de fondo, pero de repente
sufrió una grave recaída.
En
1950, Juan Ramón ingresó en el Washington Sanitarium and Hospital,
de Takoma Park, Maryland. Los médicos que reconocieron al poeta
diagnosticaron padecimientos nerviosos que requerían tratamiento
adecuado.
El
mes de enero de 1951 lo pasó internado en el Ugene Leland Memorial,
hasta que fue trasladado al pabellón psiquiátrico del hospital
George Washington.
En
1951, el matrimonio se trasladó a Puerto Rico porque allí había
buenos médicos, exiliados españoles, en los que Juan Ramón
confiaba plenamente.
En
1951 los doctores diagnosticaron a Zenobia un cáncer de matriz. Se
operó en Boston en el Massachussets General Hospital y una vez
recuperada regresó al lado de Juan Ramón.
En
1953, la Universidad de Puerto Rico celebró el cincuentenario de su
fundación inaugurando una magnífica biblioteca. Juan Ramón se sumó
a la efeméride donando la suya completa: más de seis mil volúmenes.
La
Universidad agradeció tan generosa donación cediendo al poeta una
gran sala para que sirviera de lugar de trabajo y a su muerte quedara
convertida en centro de investigación encargado de honrar su memoria
y custodiar los libros donados por Juan Ramón. Esa sala fue
bautizada, por deseo del poeta, con el nombre de Sala Zenobia-Juan
Ramón Jiménez.
En
1956 a Zenobia se le reprodujo el cáncer volvió a Boston y allí se
desvanecieron todas las esperanzas. Su muerte era sólo cuestión de
unas semanas, quizás unos meses. Regresó a Puerto Rico y fue
internada en un hospital. Casi al mismo tiempo llegó a la isla
Francisco Hernández-Pinzón Jiménez, el sobrino predilecto de Juan
Ramón, llamado a Puerto Rico por Zenobia para que se ocupase de su
tío después de que ella falleciese.
Premio
Nobel de Literatura. El
25 de octubre de 1956, la Academia Sueca concedió a Juan Ramón el
Premio Nobel de Literatura. por el conjunto de su obra, designándose
como trabajo destacado de la misma, la narración lírica Platero
y yo.
Muerte
de Zenobia. Tres
días después de concederle el Premio Nobel murió su esposa
Zenobia. Él jamás se recuperará de esta pérdida y permaneció en
Puerto Rico mientras que Jaime Benítez, rector del Recinto de
Río Piedras, recogió el premio Nobel en su nombre.
Melancolía
y muerte. Tras
las honras fúnebres de su mujer, Juan Ramón se encerró en una
habitación de su casa para vivir en la oscuridad con su dolor. Dejó
de comer, descuidó su higiene personal, se aisló de todo el mundo.
Desnutrido y en un estado verdaderamente lamentable, fue
ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Hato Tejas. En
1958, el poeta sufrió una aparatosa caída y se fracturó la cadera
derecha. Ya no volvió a caminar. La familia del poeta trató de
traerlo a España pero él se negaba y el 29 de mayo de 1958 murió
en Puerto Rico.
Restos
mortales. Después
de la muerte de Zenobia y Juan Ramón sus restos fueron trasladados a
España y se encuentran en el Cementerio de Moguer.
Fuentes
Esta
reseña biográfica se ha extraído de la siguiente bibliografía:
Juan Ramón Jiménez. Fundación-jrj.es
Autor: Feliciano Robles
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