jueves, 2 de abril de 2020

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


    
    Juan Ramón Jiménez Mantecón, poeta. Nació en Moguer (Huelva) en 1881 y murió en 1958 exiliado en Puerto Rico a los 76 años de edad.
En 1958 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Marchó al exilio en 1936 y ya no regresó más a España. La ayuda que le prestó su esposa Zenobia Camprubí fue decisiva para su larga trayectoria creativa. Juan Ramón Jiménez tiene una poesía panteística, exacta y precisa. Su poesía evolucionó de forma que se distinguen varias épocas.

    Familia. Su familia eran unos hacendados cultivadores y exportadores de vino. Fue el tercer hijo del matrimonio formado por Víctor y Purificación. Con el tiempo la fortuna familiar quedó arruinada. Se casó en 1916 con la catalana Zenobia Camprubí. No tuvieron descendencia.

    Formación. Sus estudios de primaria los realizó en el Colegio San José de Moguer y en el Instituto de Huelva. En 1893 quedó interno en el Colegio de los jesuitas del Puerto de Santa María (Cádiz).  Allí tuvo por compañeros, entre otros, al poeta Fernando Villalón y a Pedro Muñoz Seca.
Luego se fue a Sevilla con la intención de estudiar la carrera de Derecho, aunque estuvo mucho más interesado en el arte, pintura y poesía y no logró ningún título universitario.
En Sevilla empezó a visitar la biblioteca del Ateneo y allí pudo a leer a Bécquer, y Rosalía de Castro, entre otros, y se familiarizó con el Romancero y con la literatura clásica española. Siendo universitario empezó a escribir poemas y los enviaba a periódicos y revistas de Huelva y Sevilla.

    Estancia en Madrid. Sus poemas se empezaron a publicar en Madrid y Villaespesa y Rubén Darío le invitaron a trasladarse a Madrid para promover el Modernismo. Rubén Darío le presentó a Benavente, Valle-Inclán, Azorín y Pío Baroja, y le acompañó a las tertulias de los principales escritores. Logró publicar dos libros “ Almas de Violeta” y “Ninfeas”, pero regresó a Moguer, enfermo y desencantado del ambiente literario que se respiraba en Madrid.

    Enfermedad. La muerte de su padre acaecida en 1900, le provocó una gran pena y sus dolencias se acrecentaron en forma de ansiedad constante que se había convertido en fobia, en un temor mórbido a la muerte. Su familia lo internó en un sanatorio francés para enfermos mentales Castel d´Andorte, en Le Bouscat. Allí estuvo cinco meses, sin relación alguna con el resto de los internos, y creó una estrecha relación con e director del centro, su esposa y sus hijos. Allí escribió “Rimas”.
Regresó a Madrid y fue ingresado en el Sanatorio del Rosario de Madrid. En la habitación del sanatorio organizó reuniones que se convirtieron en tertulias a las que asistían Machado, Valle-Inclán, Benavente… El sanatorio cobró fama en la época por esas reuniones.

    Georgina Hübner. En 1903, Juan Ramón publicó Arias tristes, libro que provocó el episodio que durante años, se tuvo por leyenda: su romance epistolar con Georgina Hübner, una muchacha peruana de veinte años. Juan Ramón inmortalizó este romance en su famosa “Carta a Georgina Hübner en el cielo de Lima”. En 1905, Juan Ramón regresó a Moguer en busca de su restablecimiento. Antes de abandonar Madrid, el poeta dejaba en la imprenta Jardines Lejanos.

    Estancia en Moguer. Desde el fallecimiento de su padre fue mermando la fortuna de la familia y además estaba inmersa en litigios. Para Juan Ramón es una época triste, llena de preocupaciones, en la que se agrava nuevamente su enfermedad. Días de lectura y de disfrute rural en los que, sin embargo, la enfermedad volvió a rodear al poeta de temores y presagios angustiosos. No obstante de 1908 a 1913, Fue la época más productiva de Juan Ramón que dio a la imprenta diez libros de poesías.

    Platero y yo. Es en esa época cuando Juan Ramón traba su amistad con “Platero”, un burrillo pequeño y peludo que acabó convirtiéndose en medio de transporte y en compañero indispensable para ir de Moguer a su finca de Fuentepiña. De sus salidas al campo y de aquel contacto, empezarán a fluir las páginas  de “Platero y yo”, el libro que inmortalizó a Juan Ramón, cuya primera edición menor, apareció en 1914.

    Regreso a Madrid. En 1913, animado por Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón decidió  volver a Madrid. El Banco de España había decretado la ruina de su familia como herederos y traspasado sus bienes al Banco de Bilbao. En Madrid se alojó a varias pensiones sin encontrar en ninguna de ellas la tranquilidad necesaria para su inspiración. Sin embargo en una de las pensiones que habitó percibía, de una casa colindante, una voz agradable y una risa de mujer que llamaron tanto su atención que se propuso averiguar quién era aquella joven tan alegre.

    Zenobia Camprubí. Aquella joven, que oía en la pensión era Zenobia Camprubí, la hija de uno de los ingenieros de la Junta de Obras del Puerto de Huelva, a la sazón establecido en La Rábida y que ya podría haber conocido allí en el año 1909. Enterado Juan Ramón de que Zenobia asistía a los cursos para extranjeros que impartía la Residencia de Estudiantes, asistió a una conferencia de don Manuel B. Cossío y logró ser presentado a Zenobia.
Zenobia era una joven de muchísimo talento que llamaba la atención. Juan Ramón se había enamorado de ella, porque además de culta y sensible, le parecía una mujer agradable, finísima y muy inteligente.
Pero su noviazgo no fue  fácil, dado el carácter desenfadado y juvenil de Zenobia motivó que ésta no le correspondiera inmediatamente. A los románticos requerimientos de Juan Ramón respondía Zenobia con bromas. Por eso no le resultó fácil a Juan Ramón llegar al corazón de su amada y convencerla de que también un poeta débil y triste como él podría hacerla  feliz.
Además, Juan Ramón no encajaba en el tipo de pretendiente que los Camprubí habían imaginado para su hija. Juan Ramón fue venciendo todas las dificultades.
En enero de 1916, Juan Ramón abandonó Madrid y se embarcó en Cádiz rumbo a América para casarse con Zenobia, que por esa época residía en Estados Unidos. El 2 de marzo de 1916, Juan Ramón y Zenobia contrajeron matrimonio en la iglesia de Saint Stephen, de Nueva York.

    Regreso a Madrid. Después de unos meses por Estados Unidos, Zenobia y Juan Ramón volvieron a Madrid. Alquilaron una vivienda y allí comenzaron su vida de casados. Zenobia le facilitó a Juan Ramón todo lo necesario para que él pudiese dedicarse por completo a su obra. Así que empezó a dar nuevos libros a la imprenta.
A la par que a sus libros, se entregó Juan Ramón por estos años, en colaboración con su esposa, a  la traducción al castellano de una parte de la obra de Tagore y otros autores de interés. En 1922 Juan Ramón publicó su Segunda antología poética,
Hacia 1924, Juan Ramón ya era muy famoso y publicaba sus poemas en varias revistas poéticas. Por ese tiempo Juan Ramón empezó a dar a la imprenta sus famosos cuadernos: en 1925, Unidad; en 1928, Obra en marcha; en 1932, Sucesión; en 1933, Presente, y en 1935, Las Hojas que cerraron la serie.

    Guerra civil. En 1936 estalló la Guerra Civil y Juan Ramón se mantuvo fiel al gobierno republicano, llevando a cabo una importante labor de acogida de niños huérfanos. Los Jiménez convierten en guardería uno de los pisos que Zenobia realquilaba a extranjeros y diplomáticos, donde acomodaron a una docena de niños.

    Exilio. Ante las noticias alarmantes que llegaban del desarrollo de la Guerra, Juan Ramón empezó a vivir en continuo sobresalto. Sus propios amigos le instaron a que saliese de España. Manuel Azaña, presidente de la República, le expidió un pasaporte diplomático de Agregado Cultural honorario a la Embajada en Washington, Zenobia y él atravesaron el paso fronterizo de La Junquera, con dirección a París y embarcaron en Cherburgo en el ‘Aquitania’  rumbo a Nueva York.
Atrás dejaban su casa, y en ella sus únicos bienes materiales: muebles y pertenencias personales, y con ellas los libros y los manuscritos del poeta, con toda su obra inédita. No llevaban demasiado equipaje, creyendo que la ausencia sería corta.  No fue así. Se llevaron 22 años en América y no regresaron nunca más. Al llegar a Nueva York, el matrimonio intentó recaudar fondos destinados a socorrer a los niños víctimas de la guerra. Después de un breve y triste viaje a Washington en busca de  apoyo al gobierno español que no logró el interés de nadie.
Empezó a vivir dando conferencias e intentando editar sus obras, así como participar en actos públicos de afirmación republicana, como el homenaje tributado a Federico García Lorca en el Teatro Nacional de Cuba. En 1938, murió en el frente de Teruel, su sobrino y ahijado Juan Ramón Jiménez Bayo. La tristeza del poeta fue indescriptible.
Poco después los esposos viajaron a Nueva York para que Zenobia disfrutase de la compañía y el cariño de sus hermanos. La alegría de volver a encontrarse con ellos, mantuvieron a Zenobia sumida en un afanoso ir y venir, mientras Juan Ramón visitaba la Hispanic Society, asistía a los conciertos de la Filarmónica de Nueva York, o se perdía por las salas del Museo Metropolitano y las del Museo de Arte Moderno.
En 1939, Zenobia y Juan Ramón se instalaron en Coral Gables, Miami, allí  les llegó la noticia del allanamiento de su piso de Madrid. Tres conocidos escritores asaltaron su casa y se llevaron cuadros, objetos de arte, fotografías, manuscritos, cartas, libros y otras pertenencias.
Luego se trasladaron de nuevo a Nueva York y alquilaron un apartamento en un barrio silencioso y con jardines. Juan Ramón volvió a trabajar como en sus mejores tiempos. Sólo las estrecheces económicas a las que a menudo debían hacer frente apagaban su entusiasmo.
En 1944, la Universidad de Maryland contrató a Zenobia para dar clases a los soldados que estudiaban español en el Programa de Instrucción del Ejército. Zenobia se quedó allí, como profesora de español, hasta 1951. El Departamento de Lenguas y Literatura Extranjeras contrató también a Juan Ramón para impartir seminarios para estudiantes graduados.
En agosto de 1948, la revista Anales de Buenos Aires invitó a Juan Ramón a dar una serie de conferencias en  Argentina. El viaje lo hicieron por mar y resultó muy emotivo. Durante este viaje, Zenobia y Juan Ramón pasaron también una semana en Montevideo dando varias conferencias y siendo muy agasajados.
A su regreso de Argentina, tenía nuevos proyectos. Empezó a trabajar en su obra sin descanso, sin advertir que su salud podía resentirse por su total dedicación. Llegó a ver publicado Animal de fondo, pero de repente sufrió una grave recaída.
En 1950, Juan Ramón ingresó en el Washington Sanitarium and Hospital, de Takoma Park, Maryland. Los médicos que reconocieron al poeta diagnosticaron padecimientos nerviosos que requerían tratamiento adecuado.
El mes de enero de 1951 lo pasó internado en el Ugene Leland Memorial, hasta que fue trasladado al pabellón psiquiátrico del hospital George Washington.
En 1951, el matrimonio se trasladó a Puerto Rico porque allí había buenos médicos,  exiliados españoles, en los que Juan Ramón confiaba plenamente.
En 1951 los doctores diagnosticaron a Zenobia un cáncer de matriz. Se operó en Boston en el Massachussets General Hospital y una vez recuperada regresó al lado de Juan Ramón.
En 1953, la Universidad de Puerto Rico celebró el cincuentenario de su fundación inaugurando una magnífica biblioteca. Juan Ramón se sumó a la efeméride donando la suya completa: más de seis mil volúmenes.
La Universidad agradeció tan generosa donación cediendo al poeta una gran sala para que sirviera de lugar de trabajo y a su muerte quedara convertida en centro de investigación encargado de honrar su memoria y custodiar los libros donados por Juan Ramón. Esa sala fue bautizada, por deseo del poeta, con el nombre de Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez.
En 1956 a Zenobia se le reprodujo el cáncer volvió a Boston y allí se desvanecieron todas las esperanzas. Su muerte era sólo cuestión de unas semanas, quizás unos meses. Regresó a Puerto Rico y fue internada en un hospital. Casi al mismo tiempo llegó a la isla Francisco Hernández-Pinzón Jiménez, el sobrino predilecto de Juan Ramón, llamado a Puerto Rico por Zenobia para que se ocupase de su tío después de que ella falleciese.

    Premio Nobel de Literatura. El 25 de octubre de 1956, la Academia Sueca concedió a Juan Ramón el Premio Nobel de Literatura. por el conjunto de su obra, designándose como trabajo destacado de la misma, la narración lírica Platero y yo.

    Muerte de Zenobia. Tres días después de concederle el Premio Nobel murió su esposa Zenobia. Él jamás se recuperará de esta pérdida y permaneció en Puerto Rico mientras que Jaime Benítez, rector del Recinto de Río Piedras, recogió el premio Nobel en su nombre.

    Melancolía y muerte. Tras las honras fúnebres de su mujer, Juan Ramón se encerró en una habitación de su casa para vivir en la oscuridad con su dolor. Dejó de comer, descuidó su higiene personal, se aisló de todo el mundo. Desnutrido y en un estado verdaderamente lamentable,  fue ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Hato Tejas. En 1958, el poeta sufrió una aparatosa caída y se fracturó la cadera derecha. Ya no volvió a caminar. La familia del poeta trató de traerlo a España pero él se negaba y el 29 de mayo de 1958 murió en Puerto Rico.

    Restos mortales. Después de la muerte de Zenobia y Juan Ramón sus restos fueron trasladados a España y se encuentran en el Cementerio de Moguer.

Fuentes
Esta reseña biográfica se ha extraído de la siguiente bibliografía:
Juan Ramón Jiménez. Fundación-jrj.es



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