martes, 12 de mayo de 2020

PROLOGO


PRÓLOGO


UN PUÑADO DE CEREZAS
LOS ONUBENSES ILUSTRES DE FELICIANO ROBLES

Hay cosas que sólo se hacen por amor. En este caso no es el amor al lugar de nacimiento, es decir, a lo que los antiguos llamaban “patria”: hermosa palabra que procede de “padre” y con la que los romanos designaban la tierra a la que humanamente pertenecían. Hoy la empequeñecemos con el apelativo de “patria chica”, como si lo chico fuera menos importante que lo grande. Cantar los hechos de la patria, decía Ovidio, es una piadosa labor. Miguel Ignacio Pérez Quintero, el ilustrado de Trigueros, puso esa frase como lema al frente de su libro La Beturia vindicada: “Et pius est Patriae facta referre labor”. Pero la provincia de Huelva no es la patria de Feliciano Robles, el autor de este libro, porque él nació en El Torno, un pueblo del Valle del Jerte, en Cáceres, aunque le unen a Huelva vínculos sentimentales que le empujan a esto: a recopilar y ordenar un conjunto de biografías de onubenses del siglo XX que él llama “ilustres” y a ofrecerlo al público lector como un recordatorio de lo mucho y bueno que se ha hecho aquí.
Tampoco Feliciano es historiador, ni su formación llega por esa vía. Se ha dedicado durante muchos años a la docencia en materias tecnológicas y sólo por afición y por curiosidad intelectual ha cursado finalmente la carrera de Filosofía y Ciencias de la Educación, como él mismo recoge en su currículum. En realidad, no es el trabajo de historiador lo que le trae hasta aquí, sino su meticulosa labor de rastrear en las redes los datos disponibles de los personajes de que aquí trata y convertir a éstos en piezas de un rompecabezas. El objetivo final es componer una imagen: la provincia de Huelva vista a través de algunos de sus protagonistas. Creo que lo ha conseguido.
No sé por qué Feliciano me ha pedido este prólogo. No nos conocemos ni nunca nos hemos visto. Pero, ahora que tengo esta oportunidad, quiero decir que personas como el autor de estas páginas deben animarnos a seguir trabajando por la memoria de nuestro pasado: de los hechos, pero también de los nombres y de las historias que hay detrás de ellos. Él lo hace y, como es agradecido, siente la gratitud debida hacia todos aquéllos que lo han antecedido y han estudiado estos personajes que él ha encontrado en la red, y con cuyas informaciones se ha hecho este libro. Eso es lo más significativo: que, aunque es Feliciano el que ha dado forma a este libro, realmente se trata de una obra coral, en la que ha habido muchas manos y donde muchos reconocerán su trabajo y sus horas. Decirlo así es de justicia.
Sobre la lista de personajes “ilustres” hay poco que decir. Cada uno tiene la suya en la mente y cada cual tiene derecho, en su fuero interno, a poner o a quitar a su entero gusto. Como decía Cervantes en el prólogo de la primera parte de El Quijote, “debajo de mi manto, al rey mato”. Debajo de mi propio manto, yo también pondría y quitaría, naturalmente. Pero ésta es la lista de Feliciano Robles y, como tal, sale a la luz. Como es trabajador incansable, según he podido ver, seguirá añadiendo, corrigiendo y matizando lo que aquí presenta, de manera que su obra es también una obra en marcha. El autor ha puesto en ello su ilusión, su tiempo y su esfuerzo y no queda más que agradecerle a este onubense de adopción lo mucho que pone a diario para ilustrar y dar lustre a sus –ya– paisanos de este rincón peninsular.
Permítanme, lectores, un símil previsible. Siendo Feliciano natural del Valle del Jerte, no me he podido resistir. Disfruten y gusten de este puñado de cerezas. En el fondo, este conjunto de biografías es una red intrincada de relaciones interpersonales. En eso, decía Norbert Elias, consiste precisamente la sociedad. Este libro, por tanto, es como un cesto repleto de cerezas: sólo hay que coger una para que, inevitablemente entrelazadas, se nos vengan todas las demás.
 
    Manuel José de Lara Ródenas

Universidad de Huelva


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